Actualmente,
vivimos en un sistema socioeconómico cuya única finalidad es la
generación de beneficios siempre crecientes. Ese crecimiento
continuo y la obsesiva acumulación que propugna el actual sistema
capitalista, no puede más que acabar entrando en conflicto con la
capacidad de aguante de un planeta finito, como es el nuestro.
A
continuación, vamos a mostrar una entrevista de la monja benedictina
y doctora en Salud Pública, Teresa Forcades, en el que
expone una serie de críticas sobre la ética capitalista
actual. El vídeo dura 47 minutos, puede que esto pueda resultar un tanto pesado, pero os recomiendo que le echéis un vistazo porque merece la pena.
Centrándonos
en este vídeo, hemos recogido una serie de puntos claves en la
crítica que realiza Teresa Forcades, que nos han parecido de gran
relevancia para explicar el modelo socioeconómico en el que nos vemos
inmersos.
Nuestro
actual sistema capitalista sitúa en el centro de su marco teórico
la libertad, dejando en otro plano valores como la
solidaridad o la igualdad, propios de otros modelos socioeconómicos
como el socialista o el comunista.
Se
hace referencia a este término principalmente cuando hablamos
de libre mercado, el cual se basa en un ajuste en los
precios de los bienes por parte de los vendedores y consumidores,
mediante la ley de oferta y demanda. Sin embargo, esto no es del todo
cierto en la práctica, debido a que este libre mercado, está
sujeto a leyes que protegen los intereses de una minoría
privilegiada, frente a una mayoría cada vez más explotada y
sometida.
Nos
encontramos en un sistema, donde la búsqueda del máximo
beneficio económico, se posiciona como pilar primordial, dejando
en otro nivel los valores humanos y éticos. Por
otro lado, el actual sistema, utiliza la capacidad de trabajo de los
individuos como mercancía, y no reconoce que esta capacidad de
trabajo es inseparable de la dignidad de la persona.
Con
todo esto, se llega a la conclusión de que el sistema tal y como nos
lo han planteado no funciona, y lo que produce no es mas que un
aumento de la precariedad y las desigualdades. Por ello, resulta de
urgente necesidad cambiarlo, y no se logrará si no es de
la mano de todxs nosotrxs, sin esperar a que nos den permiso,
actuando como agentes políticos de cambio, ya que el
poder es algo que pertenece al pueblo en una democracia, y es por
tanto el pueblo el que debe ejercerlo, como motor hacia una sociedad
que responda de forma más eficaz a las necesidades de todxs los
ciudadanxs.
Desde
las palabras de Teresa Forcades:
“Se
trata de pensar un nuevo modelo social en el cual esta capacidad de
movilización política no sea para las emergencias y luego se
desmovilice, sino que entendamos que esta sociedad, si se va a
acercar un poco más a lo que entendemos por justicia social, pedirá
una movilización continua.
Se
trata de un cambio de chip para decir: si vamos a vivir en
colectividad, debe haber un tiempo que se dedique a los asuntos del
colectivo, y ese tiempo político no se concibe como una excepción
porque los políticos nos han fallado, sino que se concibe con una
nueva subjetividad de participación continuada.”
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